Meses después de visitar Camboya, son muchos los días que recuerdo con cariño este maravilloso país aun por descubrir. Llegué a España llena de sentimientos y anécdotas que contar de todas las experiencias que aún recuerdo con todo detalle. Los templos, la selva, los mercados, la historia, el orfanato... sin duda, cada instante ha sido un auténtico descubrimiento, pero nada hubiese sido lo mismo sin Sophea, Sokhim, Vatey, Theara y toda la familia Minch.
En cualquier viaje visitas ciudades, hablas con gente interesante, pruebas comida que en tu país jamás comerías,
ves paisajes espectaculares... pero hay otra razón que hace que un viaje
sea diferente y más interesante que cualquier otro: sumergirse en la cultura local y compartir el día a día de una familia, en este caso, camboyana.
La familia Minch Sun nos acogió durante un mes en su casa mientras realizábamos nuestra labor de
voluntarios. Todo fue pura casualidad ya que en un principio nos alojaríamos en el orfanato donde íbamos a trabajar, pero a eso de dos semanas de llegar a Camboya, el misionero encargado se olvidó completamente de que íbamos, teniendo que busca entonces un plan B: pedir a una humilde familia del pueblo que nos alojásemos con ellos.
Cada día empezábamos nuestra jornada a las seis de la mañana, y a las tres de la tarde ya estábamos totalmente libres. No solíamos ir a Phnom Penh todos los días, ya que la única forma de ir era en tuk tuk (unos 15 euros ida y vuelta), por lo que la mayoría de los días nos quedábamos en el pueblo y en sus alrededores. Aunque el pueblo en sí era bastante pequeño y no había mucho que hacer, cada día encontrábamos algo con lo que entretenernos.
Visitar las pagodas, caminar por los arrozales, ayudar a Sophea y a Shokim en su pequeña tienda, probar todo tipo de comida, entre otras, patas de gallina caramelizadas pensando que eran pinchos morunos... en fin, eso es otra historia. Lo mejor de todo fue, sin duda, que no encontramos ni un solo turista.
Otro aspecto muy interesante de convivir con Sokhim y su familia fue que nos ayudaron a conocer con más detalle y de una manera más personal la historia de este país, algo que aunque parezca mentira es desconocida por muchísima gente a día de hoy. Fuimos haciéndonos testigos del drama que en 1975 se apoderó de este país con la llegada del régimen de los Jemeres Rojos, dando lugar a uno de genocidios más brutales de la historia.
Otro aspecto muy interesante de convivir con Sokhim y su familia fue que nos ayudaron a conocer con más detalle y de una manera más personal la historia de este país, algo que aunque parezca mentira es desconocida por muchísima gente a día de hoy. Fuimos haciéndonos testigos del drama que en 1975 se apoderó de este país con la llegada del régimen de los Jemeres Rojos, dando lugar a uno de genocidios más brutales de la historia.
Antes de seguir con las fotos, he de decirte mamá que el post acaba aquí, no sigas bajando ya que lo que viene ahora no te interesa, tu hija nunca nunca comió comida proveniente de este mercado, sino que siguió tus órdenes de ir al supermercado más cercano... de hecho encontramos un hipercor a 10 minutos andando.
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